
Con un público sumamente respetuoso, pero al mismo tiempo más que afectuoso con el catalán, el teatro repleto tarareó cada una de las canciones. Desde 'Cantares' en el inicio del espectáculo intimista, pasando por 'Tu nombre me sabe a hierba', 'Esos locos bajitos', 'Meditterráneo', 'De vez en cuando la vida', 'Para la libertad', 'Hoy puede ser un gran día', hasta 'Aquellas pequeñas cosas' entre muchos otros.
Teniendo como hilo conductor de la noche y a modo de latiguillo compinche y pícaro el uso de diferentes proverbios orientales un tanto raros, el cantante cautivó a la toda la platea que lo vivó en todo momento y se puso de pie en varias ocasiones para aplaudirlo a él y a su compañero de escenario de toda la vida, el magnífico pianista Ricardo Miralles.
Claro que no faltó el momento de recordar y hacer referencia a su colega Joaquin Sabina, con quien compartió la mega gira mundial 'Dos pájaros de un tiro' durante 2007, al confesar que tras esa unión musical se hizo adicto a la espesura y la negrura de los piringundines y los desayunos con Johnnie Walker etiqueta negra para luego entonar 'Y sin embargo' a modo de homenaje a su amigo.
Con la simpleza de siempre, ya en el tramo final de la noche este grande de la canción agradeció al público por acompañarlo y hacer posible que siga año tras año arriba de los escenarios.
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